Estamos en la quinta semana de la Cuaresma Cristiana, y con ella la preparación para celebrar la Pascua. En nuestra vida personal y comunitaria siempre es Cuaresma, y siempre es Pascua, porque vivimos en medio de alegrías y tristezas, tiempos y fracasos, sorpresas y decepciones.
La Cuaresma nos habla del ascenso trabajoso a la montaña de la vida, nos habla de proceso, crecimiento, maduración y renuncia elegidas o impuestas, de riesgo, de cambio y de perdón. En fin, es una invitación a estar disponibles a vivir en libertad, desterrar el miedo, porque el amor es más fuerte que la muerte, incluso cuando la muerte hace valer su perder entre nosotros.
Como decía Benedicto XVI, la Cuaresma, es el tiempo privilegiado de la peregrinación en la que Él mismo nos acompaña a través del desierto de nuestra pobreza.
No olvidemos que Cuaresma, es un camino de esperanza, es Dios quien nos amó primero, es el Camino de la Cruz Salvadora. Porque se acercan ya los días santos de su pasión salvadora y de su resurrección gloriosa: en ellos celebramos su triunfo sobre el poder de nuestro enemigo y renovamos el misterio de nuestra redención.
Pues, en este tiempo os invitamos a celebrar con sinceridad el Misterio de esta Pascua en busca del agua viva y de la luz; sin olvidar que quien, el pedir agua a la Samaritana, ya había infundido en ella la gracia de la fe.
Para finalizar y desde esta página, felicidades a quienes recorren el camino cuaresmal con una sonrisa en el rostro y sienten cómo brota de su corazón un sentimiento de alegría incontenible.
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